[ESPAÑOL ABAJO}
Imperialism is the highest stage of capitalism—a global system in which a handful of powerful capitalist ruling classes compete to exploit workers and control markets, resources, and labor around the world. As capitalism develops, competition between capitalist enterprises becomes competition between capitalist nations, each backed by its state apparatus, including armies. This competition inevitably leads to war.
Lenin defined imperialism in the early 20th century as monopoly capitalism: a stage in which banks and industrial capital fuse into finance capital, dominating the global economy through investment, debt, and military power. At this stage, the world is already divided up among imperialist powers, so further expansion means re-division—war.
Today, we see this rivalry intensifying as the capitalist system sinks deeper into crisis. The United States, the historically dominant imperialist power since World War II, is now challenged by China, which has become the world’s largest industrial producer and a rising military force. Russia, though smaller economically, is also asserting itself militarily, while European, Japanese, and regional powers jockey for position. The BRICS alliance, once hailed as a counterbalance to US-led imperialism, only represents competing bosses trying to secure a bigger share of the global loot. These conflicts are sharpening and taking us toward World War III.
The U.S., China, and Russia are all preparing for global war. The U.S. is encircling China militarily and has fueled proxy wars from Ukraine to Gaza, while tightening alliances with Japan, the Philippines, and Australia. China has ramped up arms production and threatens Taiwan. Russia’s invasion of Ukraine was an open declaration of inter-imperialist confrontation. Meanwhile, wars in the Middle East and Africa serve as testing grounds and distractions in this broader imperialist conflict.
These powers need not only weapons but also mass ideological support to fight a world war. That’s why they promote nationalism and patriotism: lies to convince workers to die and kill for their bosses. National borders are not lines dividing “peoples” but lines dividing markets and sources of profit. Imperialist war is always a war between bosses. It is never in the interest of the working class to support any capitalist side.
Some claim that we must support the “weaker” imperialists or “national liberation” movements to oppose the strongest imperialist power. That was the error made by many communists in the 20th century. In reality, any support for one group of capitalists against another leads to defeat for the working class. In war, this has meant millions of workers killing and dying for their exploiters. In “peace,” it means being ground down by inflation, austerity, debt, and repression in the name of “national security.”
Imperialist war creates the possibility of communist revolution, but only if workers reject all capitalist sides. The First World War gave rise to the Russian Revolution. World War II ended with powerful revolutionary movements across Asia and Europe. But too often, these were diverted into struggles for national independence or socialism—dead ends that left capitalism intact. Today, communists must learn from this history. We don’t fight for a “multipolar” world or a new “balance of power.” We fight for a world without imperialism—without money, nations, or wage labor. A communist world.
The International Communist Workers’ Party (ICWP) organizes to build this alternative. In the factories, barracks, and schools, we mobilize workers, soldiers, and youth not to serve one imperialist camp or another, but to turn imperialist war into class war. The next world war may be the gravest crisis capitalism has ever faced. It must also be its last. Only a mass party of millions fighting directly for communism can make that happen. Join us.
[TRADUCCIÓN PROVISIONAL]
El imperialismo es la fase superior del capitalismo: un sistema global en el que un puñado de poderosas clases dominantes capitalistas compiten por explotar a los trabajadores y controlar mercados, recursos y mano de obra en todo el mundo. A medida que el capitalismo se desarrolla, la competencia entre empresas capitalistas se convierte en competencia entre naciones capitalistas, cada una respaldada por su aparato estatal, incluidos sus ejércitos. Esta competencia conduce inevitablemente a la guerra.
Lenin definió el imperialismo a comienzos del siglo XX como capitalismo monopolista: una etapa en la que los bancos y el capital industrial se fusionan en capital financiero, dominando la economía global mediante inversiones, deudas y poder militar. En esta fase, el mundo ya está repartido entre potencias imperialistas, de modo que una mayor expansión significa una nueva división del mundo, es decir, guerra.
Hoy vemos cómo estas rivalidades se intensifican mientras el sistema capitalista se hunde más profundamente en la crisis. Estados Unidos, la potencia imperialista dominante desde la Segunda Guerra Mundial, es hoy desafiado por China, que se ha convertido en el mayor productor industrial del mundo y en una fuerza militar ascendente. Rusia, aunque más pequeña económicamente, también se afirma militarmente, mientras potencias europeas, Japón y fuerzas regionales compiten por su propio espacio. La alianza BRICS, a veces presentada como contrapeso al imperialismo encabezado por EE.UU., no es más que otro grupo de jefes que buscan asegurarse una porción mayor del botín global. Estas tensiones se agudizan y nos empujan hacia una Tercera Guerra Mundial.
EE.UU., China y Rusia se están preparando para una guerra mundial. Estados Unidos está rodeando militarmente a China y ha alimentado guerras por delegación desde Ucrania hasta Gaza, mientras refuerza alianzas con Japón, Filipinas y Australia. China ha intensificado su producción militar y amenaza a Taiwán. La invasión rusa de Ucrania fue una declaración abierta de confrontación inter-imperialista. Mientras tanto, las guerras en Medio Oriente y África funcionan como campos de prueba y distracciones dentro de este conflicto imperialista más amplio.
Estas potencias necesitan no solo armas, sino también apoyo ideológico masivo para librar una guerra mundial. Por eso promueven el nacionalismo y el patriotismo: mentiras para convencer a los trabajadores de que mueran y maten por sus jefes. Las fronteras nacionales no son líneas que dividen “pueblos”, sino líneas que dividen mercados y fuentes de ganancia. La guerra imperialista es siempre una guerra entre jefes. Nunca es interés de la clase trabajadora apoyar a ningún bando capitalista.
Algunos sostienen que debemos apoyar a los imperialistas “más débiles” o a movimientos de “liberación nacional” para oponernos a la potencia imperialista más fuerte. Ese fue el error de muchos comunistas en el siglo XX. En realidad, cualquier apoyo a un grupo de capitalistas contra otro lleva a la derrota de la clase trabajadora. En la guerra, esto ha significado millones de trabajadores matando y muriendo por sus explotadores. En “paz”, significa ser aplastados por la inflación, la austeridad, la deuda y la represión en nombre de la “seguridad nacional”.
La guerra imperialista crea la posibilidad de una revolución comunista, pero solo si los trabajadores rechazan todos los bandos capitalistas. La Primera Guerra Mundial dio lugar a la Revolución Rusa. La Segunda Guerra Mundial terminó con poderosos movimientos revolucionarios en Asia y Europa. Pero demasiados fueron desviados hacia luchas por la independencia nacional o por el socialismo: callejones sin salida que dejaron intacto el capitalismo. Hoy los comunistas debemos aprender de esa historia. No luchamos por un mundo “multipolar” ni por un nuevo “equilibrio de poder”. Luchamos por un mundo sin imperialismo—sin dinero, sin naciones y sin trabajo asalariado. Un mundo comunista.
El Partido Comunista de Obreros Interacional (PCOI/ICWP) organiza para construir esta alternativa. En las fábricas, los cuarteles y las escuelas, movilizamos a trabajadores, soldados y jóvenes no para servir a un campo imperialista u otro, sino para convertir la guerra imperialista en guerra de clases. La próxima guerra mundial puede ser la crisis más grave que el capitalismo haya enfrentado. Debe ser también la última. Solo un partido de masas, de millones, que luche directamente por el comunismo puede lograrlo. Únete a nosotros!